Cuando uno o los dos miembros de la pareja están sometidos a procesos de estrés agudo o crónico se deteriora la calidad de la relación sexual entre ambos.
Este deterioro principia como disminución del deseo sexual en la pareja; este comportamiento individual o mutuo se instala sigilosamente y si no es confrontado en un diálogo franco y llano se puede transformar en una característica permanente de la convivencia.
En la medida que avanza esta disminución se presentan una secuencia de síntomas o manifestaciones sucesivas que detallamos más adelante y que ponen en evidencia que la sexualidad está inhibida.
Las disfunciones sexuales se presentan de manera frecuente en la vida de las personas, provocando grandes dosis de sufrimiento y conflictos a quien la sufre directamente, llegando a afectar también a la calidad de vida de su pareja y la relación entre ambos.
Muchas de las disfunciones sexuales no tienen origen físico, sino que son desencadenadas por factores psicológicos y emocionales en los que intervienen la cultura, la autoestima, la postura ética y moral hacia las relaciones sexuales, la historia de experiencia sexual individual, etc.
La mayoría de las disfunciones sexuales representan verdaderos comportamientos defensivos adoptados como hábitos por
las personas ante los reiterados fracasos acumulados en la relación sexual.
También aparecen disfunciones en el área sexual derivadas del incorrecto ejercicio de la sensualidad y/o carga amorosa que debería conllevar el acto sexual de una pareja que interactúa movida por la ternura y el apasionamiento.
Las principales disfuncion
es sexuales pueden afectar tanto al hombre como a la mujer y sus causas no biológicas generalmente parten de severos procesos de estrés crónico o emocional.
Es importante que las personas afectadas por disfunciones sexuales conozcan el proceso de estrés en el que se encuentran involucrados para reconocer sus estresores desencadenantes y los efectos tensionales que ha impactado en su funcionamiento biológico, psíquico, emocional y social.
MANIFESTACIONES DE LA SEXUALIDAD INHIBIDA
- En ambos sexos: Descenso o pérdida del apetito sexual, bajo apetito sexual, fallas en la función sexual, desinterés sexual, sexualidad inhibida o inhibición sexual.
- En hombres: erección inhibida, fallas de erección, eyaculación temprana o fallida, bloqueo sexual.
- En mujeres: excitación inhibida, bloqueo anorgásmico, frigidez fóbica.
Lo coexistencia sin demostraciones de afecto, sin caricias, sin tiempo invertido uno en el otro, sin erotismo ni deseo termina convirtiendo al acto sexual en confirmatorio rutinario y ritual de un vínculo meramente formal.
Con el paso del tiempo cada uno adquiere, respecto de su propio desempeño sexual, una serie de bloqueos emocionales defensivos que lo inhiben para desandar el camino que lo conduzca a una sexualidad plena y regocijante.
Estos bloqueos toman la forma de diferentes hábitos sexuales
de evitación, hasta que se agravan pasando a ser comportamientos sexuales fóbicos y concluyen generando una crisis de ansiedad generalizada.
De todas las disfunciones sexuales no hay una tan frustante para ambos involucrados como la eyaculación precoz. Porque priva al hombre del tiempo necesario para ejercitar los juegos amorosos y a la mujer de alcanzar el climax coital.
Suele tener inicio en las más tempranas edades de iniciación sexual y se transforma en un verdadero hábito corporal de respuesta inmediata al juego sexual más allá de todo deseo personal de retardarla o contenerla.
En otros casos es una respuesta biológica al impacto del estrés psicoemocional que se acumula en el cuerpo de cada hombre. Este comportamiento corporal se manifiesta de manera sorpresiva pero se instala en forma permanente.
Lo cierto es que esta disfunción sexual es reversible con un correcto abordaje psico emocional de la situación que ha sido el desencadenante de la misma.
Hemos acumulado la experiencia exitosa de cientos de casos de hombres que recuperaron el ejercicio sexual normal y pleno perdido con nuestro entrenamiento específico.
La sexualidad ejercida plenamente vitaliza la existencia llenándola de gozo e interés. La ternura, el amor, el erotismo y el apasionamiento generan el escenario y el ambiente necesarios para desarrollar la sexualidad en plenitud.
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